La política de la empresa Odebrecht de dar dinero a todos los candidatos presidenciales con posibilidades de ganar una elección, ha quedado sentada una vez más con lo dicho la última semana por su exdirector ejecutivo Marcelo Odebrecht ante fiscales peruanos. Datos que arrojaron un nuevo nombre en la lista de políticos involucrados en dicha práctica: el presidente Pedro Pablo Kuczynski.
Sigo sosteniendo que este no es un caso de lavado de activos, pero el precedente de Ollanta Humala y Nadine Heredia han puesto sobre la cuerda floja a nuestra clase política. Lo más probable es que ahora se desdigan, y de decir que no recibieron dinero de Odebrecht, pasen a decir que ignoraron el ingreso de ese dinero a los fondos de su campaña.
El problema de Kuczynski es que Odebrecht también ha asegurado que lo contrató como asesor económico, algo que el mandatario ha negado frente a la Comisión Lava Jato. Si se comprueba que mintió, se puede abrir un escenario muy complejo. Hay quienes avizoran una eventual vacancia.
Cuando Jorge Barata se presente ante la justicia peruana y diga todo lo que sabe, lo más probable es que esa troya moderna en la que se está convirtiendo la política peruana, quede virtualmente reducida a cenizas.