La prisión preventiva contra los empresarios que se coludieron con Odebrecht para entregar un soborno de veinte millones de dólares a Alejandro Toledo y así hacerse con la concesión de la carretera Interoceánica,  se trata de una noticia tremenda que extiende los tentáculos de la constructora brasileña y que ahora llegan, de la clase política a la clase empresarial peruana. 

Este es un momento estupendo para que la clase empresarial piense, medite, qué quiere representar para el Perú: una que piensa en su progreso y su lucro pero que además no se alía con la corrupción; o una que cada cierto tiempo repite imágenes patéticas como la de esta madrugada.