Como suele ocurrir en este tipo de ocasiones, la visita del papa Francisco tuvo consecuencias pastorales pero también políticas. Quedarán para el recuerdo algunas de sus frases como por ejemplo "¿Qué pasa, Perú, que a cada presidente lo meten preso?" O "el que no practica la justicia no es de dios" y "la corrupción es evitable y exige el compromiso de todos.

Asimismo fue un gran acierto el itinerario que se le escogió al papa: pasar por Lima pero también por Puerto Maldonado donde dio un discurso ambientalista que llamó mucho la atención y le dio gran visibilidad a los pueblos originarios. Pero también por Trujillo, donde se trató de ocultar la ineficacia en la reconstrucción del norte.

Entre lo negativo, el papa no se reunió con las víctimas de violaciones a los derechos humanos en los casos en los que se condenó a Alberto Fujimori ni se pronunció sobre el indulto, la desagradable presencia del arzobispo José Eguren y los afanes de la clase política de colgarse de su visita.