Donald Trump ha roto el pacto con Irán alegando que emprendió en secreto su programa nuclear, pero lo ha hecho sin aportar ninguna prueba y lo más probable es que no lo haga. 

Ha ignorado el pedido de Europa de mantener el pacto y, más bien, ha escuchado al primer ministro de Israel que resulta siendo el principal beneficiario, sino el único, de todo este episodio.

Al presidente que en promedio dice cinco mentiras al día, lo único que parece importarle es destruir el legado de Barack Obama. No le importan las consecuencias para los Estados Unidos o el mundo.