No se le puede llamar golpe de estado a la autoproclamación de Juan Guaidó como nuevo presidente de Venezuela, simplemente porque Nicolás Maduro no es presidente de este país ni por la ley ni por el voto ciudadano.

La dictadura que Maduro heredó no solo ha destruido las instituciones de la democracia venezolana. También ha alumbrado un desastre humanitario sin precedentes en el continente.