Es cierto, como dicen varios analistas que el gobierno de Martín Vizcarra parece haber perdido atracción. Que en estos días se advierte una desaceleración de su iniciativa política. Como si después de este año de sobresaltos, de buscar un espacio de legitimidad y liderazgo, enfrentando enemigos complejos y encarnizados y jugándose el pellejo más de una vez, Vizcarra se hubiera cansado o estuviera desmotivado.