Tiene dos maneras de encarar el Gobierno el deterioro en las encuestas. Puede tratar de autoengañarse como suele ocurrir normalmente en la política peruana y asumir que estos números adversos son resultados de mala comunicación con factores externos.

Sería una actitud suicida, porque implicaría la equivocada idea de que el Gobierno está haciéndolo todo bien, lo que terminará precipitándolo al despeñadero.