Estos años de convulsión, de inestabilidad que tanto daño le han hecho al país no sirvieron para nada. La necedad de nuestra clase política está alcanzando niveles nuevos, sorprendentes. Se parece más a una patología que a una estrategia. El máximo ejemplo del relanzamiento de la palmaria insensatez de nuestro Congreso es la interpelación a la ministra Flor Pablo.
El sector educación es el más delicado, de él depende la formación de los jóvenes para un mejor país. Por eso resulta tan sintomática la obsesión que ha tenido el fujimorismo por atacarlo y desmantelarlo.