Mucho se criticó lo poco que en apariencia se había avanzado en el caso por corrupción de Susana Villarán, mientras que otras figuras políticas eran encaradas frontalmente por el Equipo Especial Lava Jato.
Ahora queda claro que fue producto de una estrategia: priorizar los casos más complejos y que tomarían más tiempo, dejando para después a las figuras menos relevantes que no pondrían la misma resistencia que un Alan García o una Keiko Fujimori.