Los terremotos son las tragedias de la naturaleza más crueles porque no pueden predecirse, pueden atacar grandes extensiones de territorio y ocasionan derrumbamientos y tsunamis que amplían su fuerza mortífera y destructiva.

Japón tiene una larga tradición sísmica, y los japoneses han sabido crear una cultura de la prevención y el orden que les permitió afrontar el terremoto de 2011 mientras que a nuestro país todavía le falta mucho para alcanzar esos estándares. Algo que lamentamos cada vez que la tierra tiembla a nuestros pies.